Tras mucho esfuerzo y sacrificio, las chicas del Segunda Femenina B se han convertido en campeonas de liga. Con valor, ganas, trabajo en equipo y las garras bien afuera, las territoriales, cadete de primer año, han conseguido su objetivo. La entrenadora del conjunto, Sara Morer, está muy orgullosa de sus leonas y de todo el sacrificio de la temporada que les ha llevado a la victoria. Lo que más valora del grupo es “la capacidad de levantarse cuando se ven oprimidas, la capacidad de reacción cuando tienen todo en contra, de apoyarse unas en otras e intentando que sus mejores cualidades florezcan. Estas chicas me han enseñado muchas cosas y sobre todo valoro lo que ellas me han llegado a enseñar a mí”, explica.
El penúltimo duelo contra el Monzón fue decisivo para llegar a la final. Fue todo un reto lleno de ilusión y nervios para las chicas, que alcanzaron la victoria 2-1 al calor del hogar. Sara asegura que la semana previa de preparación fue un claro trabajo de mentalidad: “Fue un reto con ganas y muchísimos nervios que tuvimos que trabajar durante la semana para que a ellas no les afectase a la hora de jugar, porque ya sabemos que el miedo y los nervios son nuestro mayor enemigo tanto en el campo de fútbol como en la vida. Físicamente ya estaban preparadas y su juego lo tenían claro”.
Sara atribuye el mérito de esta liga a un trabajo de club. El equipo celebra la culminación del sacrificio de una temporada trabajada y de años de preparación, desde que empezaron en benjamines hasta que han llegado a territorial. “Con compañeros como Alejandro Torres, que estuvo los primeros meses; Ángel, nuestro preparador físico al que le tengo mucho que agradecer, por estar ahí y fortalecer a las chicas de esa manera física; y a Miguel Ángel, mi segundo, por enfocar el fútbol desde la perspectiva de un jugador con ilusión y esperanza. Yo creo que todo lo que hemos aportado cada uno de nosotros a ese banquillo -incluyendo a Pablo y Víctor, los anteriores entrenadores- es lo que ha hecho que ahora las chicas hayan ganado la liga. Es un trabajo de club, y gracias a eso el Segunda Territorial ha conseguido su liga”, señala.
Para el equipo, tanto para padres como para jugadoras, ganar la liga ha sido el premio a un trabajo de muchísimos años: esfuerzo, desilusiones, confianza y amor cuando se realiza algo que te apasiona. “El equipo ya abre los ojos y se ha dado cuenta de que puede lograr lo que quiera con trabajo y algo de sacrificio. Los entrenadores nos damos cuenta porque ellas nos enseñan que no nos podemos dar por vencidos y que hay que tirar para adelante”, apunta la entrenadora.
El cuerpo técnico vivió el último partido desde el banquillo con nervios y ansia por el triunfo de unas niñas que llevan desde los 8 años jugando al fútbol y que son las más jóvenes de la categoría: “Fue increíble, como cuando un niño comienza a andar y ve que llega a esa mesita dando esos cuatro pasitos que le ha costado tanto dar. Que en su primer año lleguen y se conviertan en campeonas de liga…es increíble”.
Las emotivas palabras de Sara Morer a la recompensa de todo el trabajo realizado va más allá de lo deportivo: “Más que entrenadora yo me considero formadora. Me siento muy orgullosa de ellas, todavía estoy emocionada. He aprendido mucho en este club, que aunque las cosas no vengan de cara siempre hay que ver esa lucecita al final del túnel. Cuando se fue mi compañero Alejandro pensaba que yo sola no lo podría sacar adelante, pero todos me apoyaron y con las chicas nos acoplamos bien. El resultado de ese acoplamiento en familia y de ese trabajo tanto físico como mental es el resultado de una liga. El premio al trabajo de un club que ha peleado durante años por el fútbol femenino. Se sufre al principio pero se gana después. Ellas soñaron con una liga y lo han conseguido. Son chicas que pueden conseguir todo lo que se propongan, pero no solo ellas, todas, desde las benjamines hasta el primer equipo”.